'Desafiantes': Ganar a como dé lugar

Desafiantes

Por Jesús Delgado

Desafiantes, la nueva película del director italiano Luca Guadagnino, quien recibió reconocimiento internacional por su aclamada Llámame por tu nombre, de 2017; ha logrado liderar la taquilla cinematográfica y buena receptividad tanto del público como de la crítica.

Con un elenco encabezado por Zendaya, Mike Faist y Josh O´Connor, trío de estrellas emergentes, el largometraje tuvo un presupuesto de cincuenta millones de dólares y cuenta la historia de un campeón de tenis, Art Donaldson, encarnado por Faist, quien en un momento de crisis en su carrera decide participar en un torneo de desafiantes, alentado por su esposa y entrenadora, Tashi Duncan, interpretada por Zendaya, ex tenista de alto nivel. En este torneo, Art deberá enfrentarse en el partido final a Patrick, a quien da vida O´Connor, un jugador destacado pero que no logró el estrellato, quien fue su mejor amigo en la adolescencia hasta que conocieron a Tashi y rivalizaron por ella, terminando Art, convirtiéndola en su esposa.

Este partido decisivo entre los ex-mejores amigos, es presenciado en primera fila por Tashi, dando inicio y fin a la película, ya que la historia se contará haciendo uso recurrente de flashbacks, que nos llevaran a conocer diferentes momentos de la relación de estas tres personas que se debaten entre el deber y el placer, compartiendo la pasión por el tenis y un profundo deseo de triunfar a como dé lugar.

Guadagnino se involucra con la historia que está contando, planea cada emplazamiento, cada encuadre y sabe muy bien lo que busca generar en el espectador, por momentos el ritmo es lento y sosegado, podemos notar la respiración de los intérpretes, las miradas, el deseo, la toma de una decisión, la culpa o el enojo. Sin embargo, en otros momentos el ritmo es trepidante, los sucesos ocurren en un instante y no te das ni cuenta. 

El director contagia a su equipo de un determinado compromiso de contar la historia con profundidad, sin descuidar una forma estética limpia y precisa. ¿Lo logra? Sí… La verdad es que sí. 

Guadagnino sabe que estaba obligado a hacer de esta película un éxito comercial y se nota su empeño en lograrlo. Ha empleado a su favor la tensión sexual, la belleza de sus protagonistas, la música electrónica, el vestuario, así como el contexto deportivo y universitario, para llevar una gran cantidad de espectadores a la sala pero también para mantenerlos interesados frente a la butaca. ¿Lo logra? También. 

Ahora, ¿Abusó de este recurso? Lamentablemente, sí. Por momentos Desafiantes se percibe edulcorada, forzada la sensualidad de sus personajes o la sexualización de sus actores, sin embargo, se entiende que el objetivo de estas decisiones fue hacer que Desafiantes lograra el éxito comercial y le permitiera a su director continuar haciendo películas en Hollywood. Ya sabemos que así es la meca del cine y que, en algunas producciones, por el bien de la misma rentabilidad de la industria, los creadores más comprometidos hacen ciertas “concesiones” en pro de que las producciones logren los tan deseados “numeritos” que necesitan. Esto parece ser lo que ha hecho Guadagnino quien, como los personajes de Desafiantes, da la impresión de haber querido ganar a como diera lugar.

Las actuaciones del trío protagonista son de lo mejor de la película. Zendaya, Mike Faist y Josh O´Connor no solo se miden en una escena sexual en la que comparten un beso en un incipiente ménage a trois que no llega finalmente a concretarse, sino que se demuestra también en cada escena, asumiendo sus personajes con dedicación y compromiso. Destaca el trabajo interpretativo de Faist, es una actuación de detalles, precisa, completamente creíble. El arco del personaje es el más interesante y lo convierte en el protagonista de la historia.

El guión, de Justin Kuritzkes, funciona, aunque por momentos resulta confuso por la cantidad de idas y venidas en el tiempo. Veinte o treinta minutos menos en su duración hubiesen sido muy convenientes. La dirección tiene muchos aciertos y pocos puntos débiles, entre éstos últimos podría mencionarse el abuso en la cantidad de encuadres con los que se decide filmar la secuencia final, el ritmo que por momentos se propone impacientarnos con un extremo detalle de cada gota sudor en el combate final, por ejemplo, así como algunas de las concesiones efectistas de cine comercial que hace el director solo por llevar gente a las salas, que si bien es entendible como ya mencionaba, por momentos demerita el resultado final. 

En conclusión, Desafiantes hace que valga la pena ir al cine, se disfruta, pero esperamos más y mejores producciones de su director para que gane en la taquilla, sí, pero sin sacrificar su firma de autor, probada por ejemplo, en la mencionada Llámame por tu nombre, con la que considero ganó el lugar de cineasta consagrado que hoy ostenta y que lo acreditan para hacer un cine más suyo, sin tantas concesiones. Esperemos que lo logre en futuras producciones y que, por supuesto, el público lo respalde.